JORGE GIL PIZA
Soy arquitecto, pero hace 4 o 5 años comencé a interesarme en la escultura. Por el momento se trata de un pasatiempo. Las formas son para mí un saludable modo de expresión.
De manera imprevista fueron surgiendo todas estas obras que presento. Es decir que lo primero que pasó fue “ver” la obra, por accidente, y luego llevarla a una base y desarrollarla.
Creo que la más antigua es la de “la viola”. Iba caminando y encontré una planchuela retorcida, la estiré y apareció una guitarra. Luego, la fui montando y decidí sostenerla con un hierro al medio que la atraviesa en tres puntos (y la hace giratoria) y funciona a su vez como el diapasón del instrumento.
Mi última obra es un homenaje a un pastor llamado Zacarías que vivió 30 años en un campo español cuidando ovejas.